Cuando estás deprimido, todo se ve como a través de un velo oscuro. Aquello que te hacía feliz ya no te lo hace tanto. Estás desconcentrado, hastiado, cansado. Lo que los demás dicen que forma parte de la vida, a ti te cuesta un mundo. Y cuando lo comentas con el resto, te dicen que exageras, que no es para tanto, que te ahogas en un vaso de agua. Y eso te hace sentir tremendamente solo. Y tremendamente culpable.
Te esfuerzas en seguir adelante, pero cualquier cosa te fulmina. Cualquier impedimento te deja con ganas de acostarte y no volverte a levantar. Porque eso no cuesta esfuerzo, no hay riesgo. Y es lo que haces. Y así, poco a poco, te vas ahogando cada vez más en ese pozo negro, y cada vez es más grueso tu velo oscuro. Las cosas cada vez van perdiendo más su color y su brillo, y tu estado de ánimo se va perdiendo al mismo tiempo. Parece que cada vez estés peor, y lo estás. Sientes que nada podrá hacerte sentir mejor. Al principio la gente se vuelca en ti, intenta ayudarte, consolarte. Te aconsejan, te dicen lo que tienes que hacer. “Haz cosas”. Justo lo que tú no quieres hacer. Y cada vez te sientes más solo y más culpable. Hasta que al final lo dejan. Se enfadan. Te exigen. Hasta que te abandonan. Esta es la realidad de muchas personas que sufren depresión. Para la gente externa, es muy difícil lidiar con alguien que tiene todos estos sentimientos y muchas veces no sabes qué hacer. Muchos creen que el deprimido está así porque quiere, o porque no se esfuerza lo suficiente. Que de alguna manera “elige” sentirse así, que si quisiera podría moverse, y si no se mueve es porque no quiere, porque le da pereza, porque no se quiere enfrentar al mundo. Porque es un quejica, porque es sensible. Porque es débil.. La verdad es que yo animo a que los familiares o amigos de las personas que sufren una depresión a que lo vean como algo externo. Como si fuese un mal que tiene la persona sobre sus hombros, un monstruo que se alimenta de él y lo deja sin fuerzas. La persona no sufre la depresión porque quiere, nadie más que él quiere quitarse de encima ese lastre. Imagina el día que peor te hayas sentido en tu vida. Aquella vez en la que te dejaron, te echaron del trabajo, te hicieron sentir mal, o más simple, un día en que parecía que todo te estuviera saliendo mal. Multiplica ese malestar por 100. Y ahora imagina que lo arrastraras contigo cada día de tu vida durante meses, o incluso durante años. Así es como se siente una persona que está deprimida. Existen personas realmente positivas, que viven el día a día y que disfrutan de las pequeñas cosas, que les resulta muy complicado entender como alguien puede sentirse así. Esta es una actitud muy egoísta. Estás dando por hecho que todos somos iguales, que todo el mundo debe sentirse como tú, pensar como tú. Y estás equivocado. Tú no sabes cómo es esa persona, cómo vive las cosas, cómo piensa, cómo siente. Y aunque lo sepas, no eres ella, nunca lo serás. Nunca podrás ponerte en su lugar, porque no estás dentro de ella, y si lo estuvieras y pensases las mismas cosas y sintieses de la misma manera, probablemente estarías en una situación muy similar. Imagina que cada día te repitieses a ti mismo un mantra “Soy un inútil. No valgo para nada. No puedo hacer ni la cosa más simple. No me quieren. Les amargo. Les aburro. No tengo futuro aquí” ¿Cómo crees que te sentirías? ¿Esto quiere decir que no se puede hacer nada con un deprimido? En absoluto, ni mucho menos, jamás hay que rendirse. Pero es importante seguir una serie de pautas fundamentales, tanto el deprimido como sus familiares, para salir de esta situación que se alarga en el tiempo, y que cada vez se hace más amarga y más dura. Si te sientes identificado, ya sea en el papel del familiar o en el papel del deprimido, no dudes en buscar ayuda. Aunque parezca un sueño, algo imposible, la depresión tiene solución. No creas en milagros, ni pastillas mágicas, ni que esto va a desaparecer de un día para otro. Ni siquiera de un mes al siguiente. Estamos hablando de un hábito de pensar y sentir que llevas instaurado dentro de ti (o que tu ser querido lleva instaurado dentro de sí) desde hace mucho tiempo, y hay que cambiarlo poco a poco, para que los cambios sean firmes y duraderos. Nunca con prisas, y de manera progresiva, conseguirás poner fin al monstruo que llevas dentro.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Adara Navalón CATEGORÍAS
Todos
Archivos
Enero 2018
|